Colillas viejas en la maseta.
Un parlante sordo
Y un oído que escucha,
La hormiga que pasea
Una mirada esmerada
Que entre agujeros
Encuentra una pared.
Áspera,
De puntos grises.
Una mano que resvala
Y una mejilla que palpita,
Esperando
Un respiro cercano
Que se aleja sin siquiera haberse acercado.
Una lágrima de humo
Que rasguña el pantalón
Una pierna y un tobillo que
A la espera
Encuentran una gota y un soplo desértico.
Esperar sin querer hacerlo.
Decir sin querer decirlo.
Ochenta y dos palabras que no quise hablar,
Que no quise escuchar
Ni escribir
Pensar.
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