sábado, 13 de junio de 2015

De un Obelisco querido

  A cien metros
de un obelisco que se ilumina internacional
encuentro la oscuridad plena 

de una ciudad
que quiere ser Hong Kong.
  La luz de un rojo
produce freno al grito
y deja escuchar
tan sólo
una melodía y un susurro lejano.
  A pesar de un mal humor,
encuentro con humor
la masividad desordenada;
de una multitud
que sabe es

    quivar
se.
  Buenos Aires no son, ni mucho
menos muchos
que para masividad
tiene mucho.
  Pero en lo único que es
único
es que Aires tiene, pero
no sabe de qué
de una pincelada
de un marrón tierra
del polvo de un baile.